Catas de miel

Aunque hace ya años que las catas de vino y los cursos de cata son cada vez una actividad más frecuente, es en los últimos años cuando ha proliferado este tipo de actividad entre los amantes de otros alimentos, así hoy en día es fácil encontrarnos con catas de ginebra, de quesos, de aguas, de aceites, y menos comúnmente las catas de miel.
La miel al igual que el vino posee características que la hacen sensible a notas de cata y maridajes. Así una cata siempre tiene cuatro fases:
- La vista, en la que se aprecia el color y los tonos de la miel, así como su fluidez y textura.
- El olor en el que se aprecian los matices aportados por los aromas que desprende a temperatura ambiente y los aromas aportados tras ingerir la miel en el paladar, que ya a temperatura más cálida desprende otros matices.
- El gusto, en el que hay que disolver la miel en la boca y llevarlo a las diferentes zonas de la lengua y del paladar donde obtendremos diferentes matices, entre los que figuran acidez, amargura o sabor salado en algunas mieles.
- Finalmente tras estas tres fases anotaremos en una nota de cata todos los matices apreciados.